Testimonios de la Crisis de 1999
Testimonio de Paco
En esas fechas, 1999-2000, yo era apenas un niño, con 10 años de
edad que no comprendía el valor del dinero para cada individuo y su
importancia para mantener los núcleos familiares. Económicamente, desde
mi perspectiva en aquel tiempo, sentí como mis padres empezaron a
preocuparse más por el dinero, que por la familia, la gente hablaba de
que su plata se la quedaron los hijuep… de los banqueros, existía la
incertidumbre y la ingenua esperanza de que el dolar y los gringos les
salven la vida. Lamentablemente en esas fechas mi madre tuvo un
accidente muy grave, tuvo que ser trasladada del hospital de ibarrra a
el Eugenio Espejo de quito, pasó 3 meses allí, ella era asegurada, pero
el seguro tambíen se encontraba en crisis económica oía yo, por tanto no
le dieron ninguna atención. Escuchaba a mi padre conversar con mis
hermanos mayores que hay que aguantar, turnarse para ir a acompañar a mi
madre al hospital, escuchaba que tenían que llevar alrededor de 1
millon de sucres diarios por alrededor de 3 semanas, para comprar sin
descanso las medicinas que en esos momentos no eran nada gratis. Un
despilfarro de dinero en medicinas que nos dejaba poco para comer en
casa, momentáneamente sin madre, sin padre por que madrugaba en el
trabajo para poder conseguir ese millón, yo personalmente sin hermanos
que me consuelen por tal hecho que pasaban viajando a quito desde
ibarra, casi todos los días.
Un duro momento fue aquel que sin pensar pasó sin más que una
fuerte impresión acerca del país en el que vivimos tan solo siendo un
niño de 5to. grado. Seguidamente que mi madre salio del hospital, los
gastos no cesaron, incluso hasta hoy que se ha logrado con mucho
esfuerzo estabilizarse económicamente apenas, para tener una vida digna;
no digo que no la haya tenido en aquel tiempo, más bien con los sucres
alcanzaba para todo y sobraba, para juguetes, golosinas, paseos,
prioridades creo yo de un niño en continuo descubrimiento del mundo.
Volviendo a lo anterior, al regresar mi madre y en el segundo trimestre
del año 2000, uno de mis hermanos mayores migra a España, a mi parecer
impactado también por todos los hechos; el con 19 años de edad, se fue,
yo creo alejándose de este Ecuador que en aquel tiempo se veía tan poco
prometedor. Creo también que no se atreve a regresar por la impresión
ultima de este país. Como quisiera volver a decirle a mi padre como
cuando niño, deme o regáleme un billete verde. ¿Para que mijo? Yo le
respondía, para unos chupetes, para la leche y huevos que me dijo mi
mami y un huevo kinder también. El billete verde que orgullosamente
recuerdo tenía impreso muy bien al general de generales Rumiñahui, que
igualmente está impreso en toda la memoria de los de mi generacion y
generaciones anteriores, un buen billete de mil sucres.
Ahora en verdad no me atrevería a decirle a mi padre que me regale
un billete verde por más necesitado que esté, creo que le estaría
pidiendo el 80% de lo que cuesta un almuerzo para un día de su vida, que
ya llegando a la tercera edad todavía lucha por conseguir un dolar más
para sus necesidades. En la actualidad el billete verde para mi no
representa nada, no me representa, más bien se ha convertido como en una
funesta flema verde que de un escupitajo quisiera sacar de mis adentros
por este enfermizo sentimiento que no parara hasta un dia volver a ver a
un sucre circulando, aunque sea en una red social. Que viva el sucre
carajo.
No recuperé mi dinero.
No recuperé mi dinero.
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